Un aliciente del verano consiste en pasar más tiempo con nuestros hijos. Hoy deseo proporcionarte estrategias para fomentar la comunicación con ellos en modo coach a fin de entrenarlos a pensar de forma eficiente.
1. El que pregunta es el que lidera la conversación. Recuerda la distinción entre pregunta abierta (comienza con una partícula interrogativa) y cerrada (comienza con un verbo). Cuantas más preguntas abiertas, mayores posibilidades de entrar en el mapa mental del niño para saber qué piensa de sí mismo, de los demás y del mundo que le rodea.
2. Escucha sin juzgar. Lo peor que le puede pasar a un niño es sentirse desacreditado por alguno de sus progenitores. Atiende a sus respuestas y no las descalifiques diciendo que son tonterías, y mucho menos que el tonto es él. Reoriéntalo para que por sí mismo llegue a la conclusión de que es posible ver las cosas desde distintos puntos de vista.
3. Sólo gritamos cuando tenemos miedo. ¿Cuál es ese miedo que hace que le grites a tu hijo? Lo que duele no son las palabras, sino el tono en que se dicen. Si en algún momento has de actuar con autoridad no te autodesacredites transmitiendo el mensaje de forma inadecuada. Hazlo con firmeza, pero con calma.
4. Si el niño se equivoca pregúntale dónde cree que ha estado el error y qué va a hacer diferente la próxima vez.
5. El niño que responde también tiene la capacidad de preguntar. Trata de no dejar sin respuesta ninguna de sus cuestiones, aunque ello conlleve que le dediques más tiempo del previsto.
Hay padres que se quejan de que sus hijos adolescentes no hablan con ellos. ¿Qué crees que me responden cuando les pregunto cómo fomentaron la comunicación cuando aún eran niños?
Un aliciente del verano consiste en pasar más tiempo con nuestros hijos. Hoy deseo proporcionarte estrategias para fomentar la comunicación con ellos en modo coach a fin de entrenarlos a pensar de forma eficiente. 1. El que pregunta es el que lidera la conversación. Recuerda la distinción entre pregunta abierta (comienza con una partícula interrogativa) y cerrada (comienza con un verbo). Cuantas más preguntas abiertas, mayores posibilidades de entrar en el mapa mental del niño para saber qué piensa de sí mismo, de los demás y del mundo que le rodea. 2. Escucha sin juzgar. Lo peor que le puede pasar a un niño es sentirse desacreditado por alguno de sus progenitores. Atiende a sus respuestas y no las descalifiques diciendo que son tonterías, y mucho menos que el tonto es él. Reoriéntalo para que por sí mismo llegue a la conclusión de que es posible ver las cosas desde distintos puntos de vista. 3. Sólo gritamos cuando tenemos miedo. ¿Cuál es ese miedo que hace que le grites a tu hijo? Lo que duele no son las palabras, sino el tono en que se dicen. Si en algún momento has de actuar con autoridad no te autodesacredites transmitiendo el mensaje de forma inadecuada. Hazlo con firmeza, pero con calma. 4. Si el niño se equivoca pregúntale dónde cree que ha estado el error y qué va a hacer diferente la próxima vez. 5. El niño que responde también tiene la capacidad de preguntar. Trata de no dejar sin respuesta ninguna de sus cuestiones, aunque ello conlleve que le dediques más tiempo del previsto. Hay padres que se quejan de que sus hijos adolescentes no hablan con ellos. ¿Qué crees que me responden cuando les pregunto cómo fomentaron la comunicación cuando aún eran niños?