Cuando alguien se pone en contacto conmigo para poner en marcha un proceso de coaching a fin de mejorar algún aspecto de su vida le invito a una sesión gratuita para que me explique cuál es su reto y exponerle el procedimiento que vamos a seguir, la cantidad de sesiones que necesita y, cómo no, cuánto va a costarle. Pero lo hago explicándole la distinción entre las palabras “costo” y “valor”: costo es la cantidad de dinero que ha de invertir en la compra del servicio, y valor es qué sentido le da esa persona a la consecución de su meta, o sea, qué valor le da a mejorar su relación con un ser querido, a gestionar mejor su tiempo, a minimizar el estrés o a cualquier otro aspecto que desee abordar desde las estrategias de coaching.
Por lo general, el potencial cliente comprende que los conceptos “barato” y “caro” son tremendamente relativos y siempre hemos de vincularlos al impacto que en nuestras vidas tendrá eso en lo que se invierte el dinero. Un ejemplo sencillo para explicarme mejor: es posible que conserves algún objeto que perteneció a algún ser querido ya fallecido y que, en realidad, su costo en el mercado, si fueses a desprenderte de él, sería ínfimo. No obstante, para ti es muy valioso precisamente porque lo observas desde el sentido que le das a la vinculación afectiva que ese objeto en concreto te evoca.
Piensa: ¿cuánto pagarías por mejorar, por ejemplo, tus relaciones o tu trabajo? ¿De qué forma calibrarías el costo de algo tan valioso? Acaso descubras, como ya han hecho millones de personas en el mundo que han puesto en marcha procesos de coaching, que comprar un servicio de estas características sea una de las mejores inversiones que puedas hacer. modificar.
Cuando alguien se pone en contacto conmigo para poner en marcha un proceso de coaching a fin de mejorar algún aspecto de su vida le invito a una sesión gratuita para que me explique cuál es su reto y exponerle el procedimiento que vamos a seguir, la cantidad de sesiones que necesita y, cómo no, cuánto va a costarle. Pero lo hago explicándole la distinción entre las palabras “costo” y “valor”: costo es la cantidad de dinero que ha de invertir en la compra del servicio, y valor es qué sentido le da esa persona a la consecución de su meta, o sea, qué valor le da a mejorar su relación con un ser querido, a gestionar mejor su tiempo, a minimizar el estrés o a cualquier otro aspecto que desee abordar desde las estrategias de coaching. Por lo general, el potencial cliente comprende que los conceptos “barato” y “caro” son tremendamente relativos y siempre hemos de vincularlos al impacto que en nuestras vidas tendrá eso en lo que se invierte el dinero. Un ejemplo sencillo para explicarme mejor: es posible que conserves algún objeto que perteneció a algún ser querido ya fallecido y que, en realidad, su costo en el mercado, si fueses a desprenderte de él, sería ínfimo. No obstante, para ti es muy valioso precisamente porque lo observas desde el sentido que le das a la vinculación afectiva que ese objeto en concreto te evoca. Piensa: ¿cuánto pagarías por mejorar, por ejemplo, tus relaciones o tu trabajo? ¿De qué forma calibrarías el costo de algo tan valioso? Acaso descubras, como ya han hecho millones de personas en el mundo que han puesto en marcha procesos de coaching, que comprar un servicio de estas características sea una de las mejores inversiones que puedas hacer. modificar.