A mí también me dolieron los oídos oyendo lo del “relacsincap of café con leche”. Y me ardieron los ojos al analizar tan forzadísimo lenguaje no verbal, algo que por más que se ensaye es difícil controlar al cien por cien en un momento en el que es comprensible que la conferenciante estuviese nerviosa.
Porque sin entrar a juzgar el atentado a la noble lengua de Shakespeare, el famoso discurso sirve de ejemplo para ilustrar la distinción que hacemos los coaches entre “congruente” y “coherente”: soy coherente cuando actúo en función de mi rol; soy congruente cuando actúo conforme a mis valores.
Ana Botella, para actuar coherentemente (es decir, en función de su rol de alcaldesa de una ciudad que aspiraba a ser sede olímpica), o bien hubiese tenido que pronunciar un discurso impoluto en la forma, o bien reconocer que su nivel de inglés no estaba a la altura de la circunstancia, algo que la audiencia hubiese asumido con naturalidad. Pero ahí no acaba el asunto porque para actuar congruentemente (es decir, conforme a sus valores), tal arenga también tendría que haber sido perfecta en su mensaje, o sea, en aceptar que en virtud de ese espíritu olímpico del que quería hacer gala toda lengua es respetable.
Tengo entendido que su asesor de imagen es un coach estadounidense. Desde mi enfoque, falló al impregnar la puesta en escena de un estilo “americano” con un contenido “latino” que tuvo el pésimo resultado del que todos hemos sido testigos. No por venir de Estados Unidos y seguramente cobrar una fortuna este profesional está exento de cometer errores. Creo que este lo ha sido. Pero no pasa nada: “In Plaza Mayor” hay cierta bebida “beri relacsin” que le vendrá fenomenal.
A mí también me dolieron los oídos oyendo lo del “relacsincap of café con leche”. Y me ardieron los ojos al analizar tan forzadísimo lenguaje no verbal, algo que por más que se ensaye es difícil controlar al cien por cien en un momento en el que es comprensible que la conferenciante estuviese nerviosa. Porque sin entrar a juzgar el atentado a la noble lengua de Shakespeare, el famoso discurso sirve de ejemplo para ilustrar la distinción que hacemos los coaches entre “congruente” y “coherente”: soy coherente cuando actúo en función de mi rol; soy congruente cuando actúo conforme a mis valores. Ana Botella, para actuar coherentemente (es decir, en función de su rol de alcaldesa de una ciudad que aspiraba a ser sede olímpica), o bien hubiese tenido que pronunciar un discurso impoluto en la forma, o bien reconocer que su nivel de inglés no estaba a la altura de la circunstancia, algo que la audiencia hubiese asumido con naturalidad. Pero ahí no acaba el asunto porque para actuar congruentemente (es decir, conforme a sus valores), tal arenga también tendría que haber sido perfecta en su mensaje, o sea, en aceptar que en virtud de ese espíritu olímpico del que quería hacer gala toda lengua es respetable. Tengo entendido que su asesor de imagen es un coach estadounidense. Desde mi enfoque, falló al impregnar la puesta en escena de un estilo “americano” con un contenido “latino” que tuvo el pésimo resultado del que todos hemos sido testigos. No por venir de Estados Unidos y seguramente cobrar una fortuna este profesional está exento de cometer errores. Creo que este lo ha sido. Pero no pasa nada: “In Plaza Mayor” hay cierta bebida “beri relacsin” que le vendrá fenomenal.