Sabías que el 96% de los españoles usa teléfono móvil? Por sorprendente que te parezca, nuestro país es el que más móviles tiene por habitante del Planeta. De ese porcentaje, el 53%, según el Centro de Estudios Especializados en el Trastorno de la Ansiedad, se siente fatal cuando se le acaba el saldo, olvida el aparato o no tiene cobertura. Eso es la nomofobia (no mobile phone phobia o miedo a no poder utilizar el móvil, sea por el motivo que sea).
Según Marina Dolgopol, miembro de este centro de investigación, “las personas que padecen de nomofobia expresan que su teléfono es su vida, que lo es todo, y les brinda la sensación de sentirse acompañados”. En las universidades de Lepp y Berkeley llegaron, además, a un inquietante resultado: comprobaron que el uso compulsivo del móvil tiene efectos negativos en el ritmo cardiorrespiratorio, que los estudiantes enganchados al WhatsApp sacaban notas más bajas y que los niveles de ansiedad se les disparaban.
Aparte de lo extraña y novedosa que es esta patología (para la que hay tratamiento psicoterapéutico, por cierto), lo que me llama la atención es hasta qué punto puede llegar a ser poderosa nuestra necesidad de comunicarnos. Y de hacerlo constantemente, con todo el mundo y en cualquier momento. El móvil no es más que una herramienta y, como cualquier tecnología, tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero en lo que deseo enfocar tu atención si dependes demasiado del móvil es en que te preguntes para qué necesitas tal hiperconectividad. ¿Tienes momentos para mantener un sosegado diálogo interno? ¿De qué has dejado de disfrutar por llevar el móvil encima permanentemente? ¿Te compensa tal grado de “movilización”?
Sabías que el 96% de los españoles usa teléfono móvil? Por sorprendente que te parezca, nuestro país es el que más móviles tiene por habitante del Planeta. De ese porcentaje, el 53%, según el Centro de Estudios Especializados en el Trastorno de la Ansiedad, se siente fatal cuando se le acaba el saldo, olvida el aparato o no tiene cobertura. Eso es la nomofobia (no mobile phone phobia o miedo a no poder utilizar el móvil, sea por el motivo que sea). Según Marina Dolgopol, miembro de este centro de investigación, “las personas que padecen de nomofobia expresan que su teléfono es su vida, que lo es todo, y les brinda la sensación de sentirse acompañados”. En las universidades de Lepp y Berkeley llegaron, además, a un inquietante resultado: comprobaron que el uso compulsivo del móvil tiene efectos negativos en el ritmo cardiorrespiratorio, que los estudiantes enganchados al WhatsApp sacaban notas más bajas y que los niveles de ansiedad se les disparaban. Aparte de lo extraña y novedosa que es esta patología (para la que hay tratamiento psicoterapéutico, por cierto), lo que me llama la atención es hasta qué punto puede llegar a ser poderosa nuestra necesidad de comunicarnos. Y de hacerlo constantemente, con todo el mundo y en cualquier momento. El móvil no es más que una herramienta y, como cualquier tecnología, tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero en lo que deseo enfocar tu atención si dependes demasiado del móvil es en que te preguntes para qué necesitas tal hiperconectividad. ¿Tienes momentos para mantener un sosegado diálogo interno? ¿De qué has dejado de disfrutar por llevar el móvil encima permanentemente? ¿Te compensa tal grado de “movilización”?