O lo padeces o lo sufres, pero el phubbing ya está en tu vida: es la irresistible necesidad de usar una y otra vez el teléfono móvil, bien para hablar, bien para escribir mensajes de texto o consultarlos, desatendiendo la comunicación con quienes están al lado. El término funde dos vocablos ingleses: phone (teléfono) y snubbing (desprecio). Según un estudio elaborado por Tuenti, casi un 70% de los españoles lo hemos hecho alguna vez.
La palabra se vincula a otro neologismo: “infoxicación”, la imposibilidad humana para procesar el caudal de información que nos llega ininterrumpidamente desde medios de comunicación, redes sociales, plataformas publicitarias… La era de la información se vuelve contra nosotros cuando interactuar en todos esos escenarios se convierte en obsesivo.
Un cliente me planteó el reto que le suponía “desinfoxicarse”: al trabajar como ejecutivo debía tomar decisiones sopesando los datos a los que accedía continuamente con sus dispositivos electrónicos, lo que le causaba confusión al no discriminar lo importante de lo accesorio. A lo largo de su proceso de coaching, y gracias a mis preguntas de desafío, comprendió que sus herramientas tecnológicas estaban a su servicio, y no al revés, y que considerarse un usuario experto de las mismas también significaba saber dosificar su uso. Además, sopesó que su necesidad de dar descanso a su mente era más importante que la de saber segundo a segundo durante 16 horas al día qué escribían en su Facebook o las últimas noticias de los diarios digitales. Su plan de acción era simple: ¡apagar el móvil de vez en cuando!
¿Y tú? ¿Valoras más la comunicación virtual que el cara a cara con quienes te rodean?
O lo padeces o lo sufres, pero el phubbing ya está en tu vida: es la irresistible necesidad de usar una y otra vez el teléfono móvil, bien para hablar, bien para escribir mensajes de texto o consultarlos, desatendiendo la comunicación con quienes están al lado. El término funde dos vocablos ingleses: phone (teléfono) y snubbing (desprecio). Según un estudio elaborado por Tuenti, casi un 70% de los españoles lo hemos hecho alguna vez. La palabra se vincula a otro neologismo: “infoxicación”, la imposibilidad humana para procesar el caudal de información que nos llega ininterrumpidamente desde medios de comunicación, redes sociales, plataformas publicitarias… La era de la información se vuelve contra nosotros cuando interactuar en todos esos escenarios se convierte en obsesivo. Un cliente me planteó el reto que le suponía “desinfoxicarse”: al trabajar como ejecutivo debía tomar decisiones sopesando los datos a los que accedía continuamente con sus dispositivos electrónicos, lo que le causaba confusión al no discriminar lo importante de lo accesorio. A lo largo de su proceso de coaching, y gracias a mis preguntas de desafío, comprendió que sus herramientas tecnológicas estaban a su servicio, y no al revés, y que considerarse un usuario experto de las mismas también significaba saber dosificar su uso. Además, sopesó que su necesidad de dar descanso a su mente era más importante que la de saber segundo a segundo durante 16 horas al día qué escribían en su Facebook o las últimas noticias de los diarios digitales. Su plan de acción era simple: ¡apagar el móvil de vez en cuando! ¿Y tú? ¿Valoras más la comunicación virtual que el cara a cara con quienes te rodean?