¿Te suena lo de “yo perdono pero no olvido”? Vamos a analizarlo: “no olvido” quiere decir que la persona recuerda los acontecimientos tal y como se sucedieron, y lo que provocó que se sintiera ofendida. Esto es obvio si no tiene una dificultad cognitiva que restrinja su capacidad de memoria. Lo que ya no está tan claro es lo de “perdono” porque, tal y como se dice generalmente la frase, puede ser un perdón con cierto sabor a resentimiento. ¿Acaso quien se ha enfadado no olvida porque no acaba de perdonar? Desde el coaching abordamos el perdón como un objetivo y lo asociamos a los beneficios que tiene para quien perdona: paz interior, bienestar, satisfacción personal o algo por el estilo.
Perdonar es recordar sin sufrir. Y no hemos de olvidar que el dolor es una reacción pero que el sufrimiento es optativo porque depende de cómo nos contemos la película a nosotros mismos. En una sesión para abordar este tema utilizamos instrumentos como, por ejemplo, la Escalera de Inferencias o el Cambio de Creencias que pueden ayudar a la persona afectada a reinterpretar los acontecimientos desde un cambio en su observación que le permita sacar conclusiones alternativas y generar nuevas conductas.
Hay personas de naturaleza rencorosa a las que les cuesta más superar un quiebre emocional. No digamos aquellas que acumulan deseos de venganza o resentimiento. Quienes los padecen es como si se tomaran un frasco de veneno con la esperanza de que el otro muera.
Si estás en una situación como esta, ¿Qué conversación tienes pendiente? ¿Cuál es la petición concreta que se esconde tras tu queja? ¿Qué es lo que has hecho o lo que has dejado de hacer para favorecer la situación en la que te encuentras con esa persona? ¿De qué otra forma podrías interpretar los acontecimientos que te llevaron al enfado?
¿Te suena lo de “yo perdono pero no olvido”? Vamos a analizarlo: “no olvido” quiere decir que la persona recuerda los acontecimientos tal y como se sucedieron, y lo que provocó que se sintiera ofendida. Esto es obvio si no tiene una dificultad cognitiva que restrinja su capacidad de memoria. Lo que ya no está tan claro es lo de “perdono” porque, tal y como se dice generalmente la frase, puede ser un perdón con cierto sabor a resentimiento. ¿Acaso quien se ha enfadado no olvida porque no acaba de perdonar? Desde el coaching abordamos el perdón como un objetivo y lo asociamos a los beneficios que tiene para quien perdona: paz interior, bienestar, satisfacción personal o algo por el estilo. Perdonar es recordar sin sufrir. Y no hemos de olvidar que el dolor es una reacción pero que el sufrimiento es optativo porque depende de cómo nos contemos la película a nosotros mismos. En una sesión para abordar este tema utilizamos instrumentos como, por ejemplo, la Escalera de Inferencias o el Cambio de Creencias que pueden ayudar a la persona afectada a reinterpretar los acontecimientos desde un cambio en su observación que le permita sacar conclusiones alternativas y generar nuevas conductas. Hay personas de naturaleza rencorosa a las que les cuesta más superar un quiebre emocional. No digamos aquellas que acumulan deseos de venganza o resentimiento. Quienes los padecen es como si se tomaran un frasco de veneno con la esperanza de que el otro muera. Si estás en una situación como esta, ¿Qué conversación tienes pendiente? ¿Cuál es la petición concreta que se esconde tras tu queja? ¿Qué es lo que has hecho o lo que has dejado de hacer para favorecer la situación en la que te encuentras con esa persona? ¿De qué otra forma podrías interpretar los acontecimientos que te llevaron al enfado?