Sin acción no hay coaching porque sin acción no hay resultados. No importa lo bien definido que esté el objetivo y lo eficaz que parezca el plan para alcanzarlo: todo quedará en un fuego artificial más o menos espectacular si en algún momento no te pones en marcha. Por eso, voy a formularte algunas preguntas para testear hasta qué punto te has comprometido con eso que deseas conseguir para ti o tus seres queridos.
¿Has definido lo que quieres de una forma medible, alcanzable y específica? ¿Cuándo lo quieres materializado en tu vida? ¿Lo has formulado en positivo? ¿Qué pasos son imprescindibles para salir de tu zona de confort y aventurarte hacia el cambio que deseas provocar? ¿Cuál es el primero de esos pasos? ¿Qué necesitas para darlo? ¿Qué te lo puede impedir? ¿Qué sucederá en tu vida si no consigues eso? ¿Qué te motiva a ponerte en marcha? ¿Qué te frena? ¿Cómo sabrás que estás en el buen camino?
En una sesión de coaching poco importa que el cliente verbalice o no sus respuestas. Lo esencial es dejar tiempo tras la pregunta para que la persona reflexione por sí misma sin dictarle en ningún caso lo que ha de hacer o dejar de hacer. Acaso esto sea lo más complicado de la labor del coach: respetar las decisiones del otro, no sermonear, no aconsejar, no ser directivo… Aunque desde el primer momento intuyamos qué es lo que le sucede a nuestro cliente y una posible solución. No hay mejor solución que la que cada cual diseña porque no hay dos personas iguales. ¡Pasa, pues, a la acción!
Sin acción no hay coaching porque sin acción no hay resultados. No importa lo bien definido que esté el objetivo y lo eficaz que parezca el plan para alcanzarlo: todo quedará en un fuego artificial más o menos espectacular si en algún momento no te pones en marcha. Por eso, voy a formularte algunas preguntas para testear hasta qué punto te has comprometido con eso que deseas conseguir para ti o tus seres queridos. ¿Has definido lo que quieres de una forma medible, alcanzable y específica? ¿Cuándo lo quieres materializado en tu vida? ¿Lo has formulado en positivo? ¿Qué pasos son imprescindibles para salir de tu zona de confort y aventurarte hacia el cambio que deseas provocar? ¿Cuál es el primero de esos pasos? ¿Qué necesitas para darlo? ¿Qué te lo puede impedir? ¿Qué sucederá en tu vida si no consigues eso? ¿Qué te motiva a ponerte en marcha? ¿Qué te frena? ¿Cómo sabrás que estás en el buen camino? En una sesión de coaching poco importa que el cliente verbalice o no sus respuestas. Lo esencial es dejar tiempo tras la pregunta para que la persona reflexione por sí misma sin dictarle en ningún caso lo que ha de hacer o dejar de hacer. Acaso esto sea lo más complicado de la labor del coach: respetar las decisiones del otro, no sermonear, no aconsejar, no ser directivo… Aunque desde el primer momento intuyamos qué es lo que le sucede a nuestro cliente y una posible solución. No hay mejor solución que la que cada cual diseña porque no hay dos personas iguales. ¡Pasa, pues, a la acción!