Cuando dices “no puedo”, ¿no estarás queriendo decir “no sé cómo hacerlo”? Formular la pregunta adecuada es básico en un proceso de coaching para desbloquear ciertas situaciones en las que una persona se enroca sin muchas veces ser consciente de su parálisis. Este es un buen ejemplo. De igual forma, te invito a que te plantees cuántas veces pones la excusa del “no puedo” cuando, en el fondo, lo que sucede es que no quieres. A fuerza de repetir “no puedo” corres el riesgo de vaciar de contenido la expresión y de utilizarla como un comodín en situaciones en las que realmente sí que puedes, pero no sabes cómo hacerlo o no te apetece.
Lo curioso es que para estos tres supuestos hay solución: si una persona no sabe siempre puede aprender o preguntar al que sabe más; si no quiere, exploramos en el proceso de coaching cuáles pueden ser las razones que le motiven a actuar; finalmente, para quien no puede siempre es posible explorar si existe alguna herramienta que le ayude a conseguirlo.
Resumo: aprendiendo sabemos, motivándonos queremos y actuando con los recursos adecuados terminamos pudiendo.
Preguntas que puedes formular a alguien que te dice sistemáticamente que no puede, o para que te replantees alguna situación propia: ¿qué te lo impide específicamente? ¿Qué necesitas para poder? ¿Cuándo o dónde no puedes? ¿Qué sí puedes hacer? ¿Qué pasaría si pudieras? ¿Cómo influye en tu vida que ahora mismo no puedas?
Un dato curioso: el verbo poder proviene de la raíz indoeuropea potis, que significa amo o dueño. Es interesante este matiz porque quiere decir que cuanto más podemos, más “nos adueñamos” de la situación, más “soñaremos” sobre nuestras capacidades.
¿Puedes o no?
Cuando dices “no puedo”, ¿no estarás queriendo decir “no sé cómo hacerlo”? Formular la pregunta adecuada es básico en un proceso de coaching para desbloquear ciertas situaciones en las que una persona se enroca sin muchas veces ser consciente de su parálisis. Este es un buen ejemplo. De igual forma, te invito a que te plantees cuántas veces pones la excusa del “no puedo” cuando, en el fondo, lo que sucede es que no quieres. A fuerza de repetir “no puedo” corres el riesgo de vaciar de contenido la expresión y de utilizarla como un comodín en situaciones en las que realmente sí que puedes, pero no sabes cómo hacerlo o no te apetece. Lo curioso es que para estos tres supuestos hay solución: si una persona no sabe siempre puede aprender o preguntar al que sabe más; si no quiere, exploramos en el proceso de coaching cuáles pueden ser las razones que le motiven a actuar; finalmente, para quien no puede siempre es posible explorar si existe alguna herramienta que le ayude a conseguirlo. Resumo: aprendiendo sabemos, motivándonos queremos y actuando con los recursos adecuados terminamos pudiendo. Preguntas que puedes formular a alguien que te dice sistemáticamente que no puede, o para que te replantees alguna situación propia: ¿qué te lo impide específicamente? ¿Qué necesitas para poder? ¿Cuándo o dónde no puedes? ¿Qué sí puedes hacer? ¿Qué pasaría si pudieras? ¿Cómo influye en tu vida que ahora mismo no puedas? Un dato curioso: el verbo poder proviene de la raíz indoeuropea potis, que significa amo o dueño. Es interesante este matiz porque quiere decir que cuanto más podemos, más “nos adueñamos” de la situación, más “soñaremos” sobre nuestras capacidades. ¿Puedes o no?