La Madre Teresa trabajó veinte años como profesora en un colegio de Calcuta y, si bien le encantaba, sentía que no era para eso para lo que se había convertido en monja. Ella misma cuenta que un día, mientras iba rumbo al convento de Loreto en un tren abarrotado y ruidoso, tuvo la certeza de que Dios le pedía dedicar su vida a los más pobres. En ese instante descubrió su auténtica vocación, “la llamada dentro de la llamada”, según sus palabras.
No terminamos de comprender que la palabra “vocación” no se refiere en exclusiva a la vida religiosa: es una intuición profunda que conecta nuestros valores con el sentido que damos a nuestra vida. Va mucho más allá de una mera orientación laboral: es algo mucho más profundo que redefine para qué estamos en el mundo.
En un proceso de coaching también exploramos la vocación del cliente, o sea, qué se siente llamado a hacer. Con demasiada frecuencia encuentro personas que se perciben atrapadas en un estilo de vida que no les hace felices, bien sea porque desempeñan tareas que no les gustan, porque conviven con personas a las que no quieren o porque intuyen que sus vidas no van por el camino correcto. A esto lo llamamos “grado de congruencia”, y cambiarlo puede suponer la plena realización del individuo, si bien requiere pagar el precio de salir de la zona de confort y poner en marcha una transformación profunda en la persona y en su entorno.
Se sea o no creyente, Madre Teresa es modelo de congruencia: ignorar aquella llamada hubiera sido desastroso no sólo para ella al permanecer en la mediocridad cuando estaba recibiendo la invitación de convertirse en una estrella de primera magnitud en la Iglesia Católica, sino para cuantos tuvieron la dicha de recibir sus cuidados y para un mundo necesitado más que nunca de referentes como el suyo.
La Madre Teresa trabajó veinte años como profesora en un colegio de Calcuta y, si bien le encantaba, sentía que no era para eso para lo que se había convertido en monja. Ella misma cuenta que un día, mientras iba rumbo al convento de Loreto en un tren abarrotado y ruidoso, tuvo la certeza de que Dios le pedía dedicar su vida a los más pobres. En ese instante descubrió su auténtica vocación, “la llamada dentro de la llamada”, según sus palabras. No terminamos de comprender que la palabra “vocación” no se refiere en exclusiva a la vida religiosa: es una intuición profunda que conecta nuestros valores con el sentido que damos a nuestra vida. Va mucho más allá de una mera orientación laboral: es algo mucho más profundo que redefine para qué estamos en el mundo. En un proceso de coaching también exploramos la vocación del cliente, o sea, qué se siente llamado a hacer. Con demasiada frecuencia encuentro personas que se perciben atrapadas en un estilo de vida que no les hace felices, bien sea porque desempeñan tareas que no les gustan, porque conviven con personas a las que no quieren o porque intuyen que sus vidas no van por el camino correcto. A esto lo llamamos “grado de congruencia”, y cambiarlo puede suponer la plena realización del individuo, si bien requiere pagar el precio de salir de la zona de confort y poner en marcha una transformación profunda en la persona y en su entorno. Se sea o no creyente, Madre Teresa es modelo de congruencia: ignorar aquella llamada hubiera sido desastroso no sólo para ella al permanecer en la mediocridad cuando estaba recibiendo la invitación de convertirse en una estrella de primera magnitud en la Iglesia Católica, sino para cuantos tuvieron la dicha de recibir sus cuidados y para un mundo necesitado más que nunca de referentes como el suyo.