Este verano me enganché a la serie de ciencia-ficción Fringe. Ilustra cómo las decisiones más o menos trascendentes que tomemos hoy van a determinar dónde estaremos dentro de uno, cinco, veinte años. La trama intercala distintas líneas temporales a las que los protagonistas van saltando según hayan decidido hacer esto o aquello. Cada opción abre un sinfín de posibilidades que, a su vez, también se despliegan en posibles futuros. El mañana no está escrito: lo cambiamos a cada momento, cada vez que elegimos.
Desde el coaching el planteamiento es “al revés”, o sea, pregúntate dónde te gustaría estar a corto, medio o largo plazo y observa ese futuro como un resultado. Luego traza el plan de acción pensando qué ha de pasar o dejar de pasar para que sea más probable que ese futuro se haga realidad. De todos los sumandos de la ecuación, ¿cuáles dependen de ti? Y de los que dependen de ti, ¿qué es prioritario poner en marcha lo antes posible?
Es una manera de reflexionar sobre tu comportamiento entrenando el pensamiento consecuencial, es decir, esa capacidad de imaginar qué sucede cinco segundos después de haber arrojado una piedra al parabrisas de un coche en marcha o de haberle declarado tu amor a la persona que te ha conquistado. Este procedimiento ya lo utilizas, pero acaso no seas consciente, y las preguntas poderosas del coaching son un auxilio magnífico para sistematizarlo. Lo habitual es que mi cliente y yo dediquemos la primera sesión a determinar qué es lo que desea y cuándo lo quiere.
El resto del proceso consiste en definir el plan de acción e ir revisándolo para hacer las correcciones oportunas conforme se vaya acercando o alejando del resultado deseado.
Este verano me enganché a la serie de ciencia-ficción Fringe. Ilustra cómo las decisiones más o menos trascendentes que tomemos hoy van a determinar dónde estaremos dentro de uno, cinco, veinte años. La trama intercala distintas líneas temporales a las que los protagonistas van saltando según hayan decidido hacer esto o aquello. Cada opción abre un sinfín de posibilidades que, a su vez, también se despliegan en posibles futuros. El mañana no está escrito: lo cambiamos a cada momento, cada vez que elegimos. Desde el coaching el planteamiento es “al revés”, o sea, pregúntate dónde te gustaría estar a corto, medio o largo plazo y observa ese futuro como un resultado. Luego traza el plan de acción pensando qué ha de pasar o dejar de pasar para que sea más probable que ese futuro se haga realidad. De todos los sumandos de la ecuación, ¿cuáles dependen de ti? Y de los que dependen de ti, ¿qué es prioritario poner en marcha lo antes posible? Es una manera de reflexionar sobre tu comportamiento entrenando el pensamiento consecuencial, es decir, esa capacidad de imaginar qué sucede cinco segundos después de haber arrojado una piedra al parabrisas de un coche en marcha o de haberle declarado tu amor a la persona que te ha conquistado. Este procedimiento ya lo utilizas, pero acaso no seas consciente, y las preguntas poderosas del coaching son un auxilio magnífico para sistematizarlo. Lo habitual es que mi cliente y yo dediquemos la primera sesión a determinar qué es lo que desea y cuándo lo quiere. El resto del proceso consiste en definir el plan de acción e ir revisándolo para hacer las correcciones oportunas conforme se vaya acercando o alejando del resultado deseado.