En coaching empleamos la distinción entre oír (captar sonidos que provienen del entorno) y escuchar (prestar atención a esos sonidos para comprender su significado). Cuando escuchamos activamente hay signos reveladores. Veamos algunos de ellos:
– El contacto visual: cuando no se establece puede deberse a timidez, nerviosismo o una sensación de intimidación, si bien el contacto visual persistente puede ser considerado como agresivo si no va acompañado de otros gestos conciliadores, como puede ser la sonrisa.
– El parafraseo: consiste en devolver al interlocutor parte del mensaje que estamos recibiendo en determinados momentos de la conversación para asegurarnos de que estamos comprendiendo lo que nos quiere decir.
– No interrumpir: al hacerlo damos a entender que estamos más pendientes de nuestro diálogo interno que de prestar atención a lo que nos están diciendo. También es un signo de impaciencia terminar la frase de la otra persona antes de que ésta lo haga.
– Silencio: hay quien siente tanta incomodidad que se apresura a llenarlo con palabras, si bien en un proceso de coaching el silencio es esencial para dejar que la persona reflexione. A no ser que se esté meditando, nuestra mente rara vez está en silencio, aunque nuestra boca no pronuncie una palabra.
– Expresiones faciales: asentir, sonreír, ladear la cabeza ligeramente son signos de que estamos atentos a lo que se nos dice. Es difícil fingirlos durante toda una conversación si de verdad no nos interesa lo que se nos está comunicando.
Puedes utilizar un proceso de coaching para mejorar tus dotes comunicativas pero es importante recordar que tan importante es saber expresarse como escuchar a quienes nos rodean.
En coaching empleamos la distinción entre oír (captar sonidos que provienen del entorno) y escuchar (prestar atención a esos sonidos para comprender su significado). Cuando escuchamos activamente hay signos reveladores. Veamos algunos de ellos: – El contacto visual: cuando no se establece puede deberse a timidez, nerviosismo o una sensación de intimidación, si bien el contacto visual persistente puede ser considerado como agresivo si no va acompañado de otros gestos conciliadores, como puede ser la sonrisa. – El parafraseo: consiste en devolver al interlocutor parte del mensaje que estamos recibiendo en determinados momentos de la conversación para asegurarnos de que estamos comprendiendo lo que nos quiere decir. – No interrumpir: al hacerlo damos a entender que estamos más pendientes de nuestro diálogo interno que de prestar atención a lo que nos están diciendo. También es un signo de impaciencia terminar la frase de la otra persona antes de que ésta lo haga. – Silencio: hay quien siente tanta incomodidad que se apresura a llenarlo con palabras, si bien en un proceso de coaching el silencio es esencial para dejar que la persona reflexione. A no ser que se esté meditando, nuestra mente rara vez está en silencio, aunque nuestra boca no pronuncie una palabra. – Expresiones faciales: asentir, sonreír, ladear la cabeza ligeramente son signos de que estamos atentos a lo que se nos dice. Es difícil fingirlos durante toda una conversación si de verdad no nos interesa lo que se nos está comunicando. Puedes utilizar un proceso de coaching para mejorar tus dotes comunicativas pero es importante recordar que tan importante es saber expresarse como escuchar a quienes nos rodean.