Los avances tecnológicos están generando una nueva forma de comunicarnos en un mundo que, según McLuhan, se ha ido convirtiendo en una ‘aldea global’ donde la distancia ya es algo irrelevante. Durante 25 siglos la humanidad creyó que el lenguaje sólo servía para describir el mundo. Hoy, el coaching nos ayuda a comprender que es el lenguaje lo que genera la realidad. Una sola palabra (‘culpable’, ‘inocente’, ‘sí’, ‘no’, ‘adelante’, ‘detente’) abre y cierra horizontes de sucesos posibles.
Somos seres lingüísticos porque nos pasamos 24 horas conversando con nosotros mismos o con los demás. Incluso cuando dormimos. ¿Cómo es tu lenguaje, tu forma de comunicarte? ¿Es agresivo o asertivo? ¿Motivador o deprimente? ¿Qué genera en ti y en quienes te escuchan? ¿Es un lenguaje dulce o agrio, pesado o ligero, brillante u oscuro, autoritario o cooperativo?
Observa tu familia, por ejemplo, como una enorme red de conversaciones. Lo que hace que sus miembros sean los que son no son los meros vínculos sanguíneos sino las conversaciones que mantienen entre sí. De otro modo, una persona adoptada jamás se sentiría parte de una familia a la que no perteneciese según los genes. Con una empresa pasa igual: contrataciones y despidos, compras y ventas, informes y presupuestos, planificaciones y evaluaciones… ¡Todo son conversaciones!
Estás donde estás ahora mismo como fruto de conversaciones que has mantenido en el pasado. Una de las preguntas de desafío más interesantes de todo proceso de coaching es ¿dónde te gustaría estar y con quién es preciso que converses para conseguirlo? No hay creación sin acto lingüístico: ¿en qué te quieres convertir y cómo el lenguaje te ayudará a alcanzarlo?
Los avances tecnológicos están generando una nueva forma de comunicarnos en un mundo que, según McLuhan, se ha ido convirtiendo en una ‘aldea global’ donde la distancia ya es algo irrelevante. Durante 25 siglos la humanidad creyó que el lenguaje sólo servía para describir el mundo. Hoy, el coaching nos ayuda a comprender que es el lenguaje lo que genera la realidad. Una sola palabra (‘culpable’, ‘inocente’, ‘sí’, ‘no’, ‘adelante’, ‘detente’) abre y cierra horizontes de sucesos posibles.Somos seres lingüísticos porque nos pasamos 24 horas conversando con nosotros mismos o con los demás. Incluso cuando dormimos. ¿Cómo es tu lenguaje, tu forma de comunicarte? ¿Es agresivo o asertivo? ¿Motivador o deprimente? ¿Qué genera en ti y en quienes te escuchan? ¿Es un lenguaje dulce o agrio, pesado o ligero, brillante u oscuro, autoritario o cooperativo?Observa tu familia, por ejemplo, como una enorme red de conversaciones. Lo que hace que sus miembros sean los que son no son los meros vínculos sanguíneos sino las conversaciones que mantienen entre sí. De otro modo, una persona adoptada jamás se sentiría parte de una familia a la que no perteneciese según los genes. Con una empresa pasa igual: contrataciones y despidos, compras y ventas, informes y presupuestos, planificaciones y evaluaciones… ¡Todo son conversaciones! Estás donde estás ahora mismo como fruto de conversaciones que has mantenido en el pasado. Una de las preguntas de desafío más interesantes de todo proceso de coaching es ¿dónde te gustaría estar y con quién es preciso que converses para conseguirlo? No hay creación sin acto lingüístico: ¿en qué te quieres convertir y cómo el lenguaje te ayudará a alcanzarlo?