Dos ejemplos de una misma situación: “Me hablaron de esta película poniéndola por las nubes y cuando fui a verla no me pareció que fuera para tanto”; o bien, “me hablaron muy mal de la película, y sin embargo cuando la vi me pareció maravillosa”. Ambas frases tienen que ver con la expectativa, entendida como el resultado que se espera alcanzar. En la primera, la expectativa es elevada, el resultado no está a la altura y se produce la decepción; en la segunda, la expectativa es ínfima, el resultado es muy superior y, por tanto, la persona queda deslumbrada. Ninguna de las dos opciones es buena o mala, sencillamente ninguna es realista.
Todo cliente trae su propia expectativa al proceso de coaching, o bien pensando que en él se le va a solucionar la vida, o bien sin confiar plenamente en que esta metodología le aporte algo que haga que la inversión de tiempo y dinero valga la pena. Por eso es esencial la sesión de demostración gratuita, puesto que sirve para modular la expectativa para que se ajuste lo más posible no a lo que le gustaría a la persona sino a lo que de verdad necesita.
¿Y tú? ¿Tiendes a esperar resultados magníficos o, por el contrario, eres habitualmente pesimista? ¿Cómo gestionas la decepción o el deslumbramiento ante lo que finalmente obtienes? Acaso te ayude una frase de Heinrich von Stein: “Hay que tener aspiraciones elevadas, expectativas moderadas y necesidades pequeñas”. Me gusta porque distingue entre aspiración, que puede ser tan alta como quieras, y expectativa, que puedes graduar aplicando cierta dosis de realismo.
Concluyo con otra sentencia, esta vez de Aristóteles: “Es mejor salir de la vida como de una fiesta, ni sediento ni borracho”.
Dos ejemplos de una misma situación: “Me hablaron de esta película poniéndola por las nubes y cuando fui a verla no me pareció que fuera para tanto”; o bien, “me hablaron muy mal de la película, y sin embargo cuando la vi me pareció maravillosa”. Ambas frases tienen que ver con la expectativa, entendida como el resultado que se espera alcanzar. En la primera, la expectativa es elevada, el resultado no está a la altura y se produce la decepción; en la segunda, la expectativa es ínfima, el resultado es muy superior y, por tanto, la persona queda deslumbrada. Ninguna de las dos opciones es buena o mala, sencillamente ninguna es realista. Todo cliente trae su propia expectativa al proceso de coaching, o bien pensando que en él se le va a solucionar la vida, o bien sin confiar plenamente en que esta metodología le aporte algo que haga que la inversión de tiempo y dinero valga la pena. Por eso es esencial la sesión de demostración gratuita, puesto que sirve para modular la expectativa para que se ajuste lo más posible no a lo que le gustaría a la persona sino a lo que de verdad necesita. ¿Y tú? ¿Tiendes a esperar resultados magníficos o, por el contrario, eres habitualmente pesimista? ¿Cómo gestionas la decepción o el deslumbramiento ante lo que finalmente obtienes? Acaso te ayude una frase de Heinrich von Stein: “Hay que tener aspiraciones elevadas, expectativas moderadas y necesidades pequeñas”. Me gusta porque distingue entre aspiración, que puede ser tan alta como quieras, y expectativa, que puedes graduar aplicando cierta dosis de realismo. Concluyo con otra sentencia, esta vez de Aristóteles: “Es mejor salir de la vida como de una fiesta, ni sediento ni borracho”.