Imagina que le digo a una chica “¡qué guapa estás hoy!” con un sonriente gesto de admiración. Imagina ahora que le digo lo mismo pero con los brazos cruzados, diciendo que no con la cabeza y con tono irónico e hiriente. El efecto de mi mensaje en cada caso no puede ser más distinto: en el segundo se lo digo así con deseo de dañar, de generar malestar y de que mi interlocutora cambie su comportamiento tras haberle manifestado de forma tan maleducada cuán diferentes son nuestros gustos estéticos.
Te invito a que tomes en cuenta que, según las nuevas hipótesis sobre comunicación, sólo el 7% del mensaje es lo que se denomina “contenido digital” (o sea, los datos, las palabras que se transmiten), y nada menos que el 93% es el elemento paralingüístico, es decir, la manera en la que se transmiten esas palabras. En mi ejemplo inicial pronuncio los mismos términos las dos veces, pero es el tono en el que los digo lo que determina la información que de verdad estoy transmitiendo.
A la hora de diseñar una conversación que para ti sea importante es preciso que tengas en cuenta aspectos que ya hemos tratado en esta sección de coaching: dónde y cuándo tendrá lugar tal encuentro, durante cuánto tiempo, qué vas a decir y qué vas a callar específicamente, con quién o con quiénes va a ser esa conversación y para qué vas a mantenerla. Hoy te pregunto por el cómo: ¿qué tono deseas adoptar? Si te fijas, eso lo decide el objetivo mismo de la conversación: la pregunta principal de esta batería sigue siendo para qué quieres establecer el diálogo, cuál es tu finalidad, qué deseas conseguir.
Recuerda: es el tono, y no las palabras, lo que decidirá la emocionalidad de la conversación.
Imagina que le digo a una chica “¡qué guapa estás hoy!” con un sonriente gesto de admiración. Imagina ahora que le digo lo mismo pero con los brazos cruzados, diciendo que no con la cabeza y con tono irónico e hiriente. El efecto de mi mensaje en cada caso no puede ser más distinto: en el segundo se lo digo así con deseo de dañar, de generar malestar y de que mi interlocutora cambie su comportamiento tras haberle manifestado de forma tan maleducada cuán diferentes son nuestros gustos estéticos. Te invito a que tomes en cuenta que, según las nuevas hipótesis sobre comunicación, sólo el 7% del mensaje es lo que se denomina “contenido digital” (o sea, los datos, las palabras que se transmiten), y nada menos que el 93% es el elemento paralingüístico, es decir, la manera en la que se transmiten esas palabras. En mi ejemplo inicial pronuncio los mismos términos las dos veces, pero es el tono en el que los digo lo que determina la información que de verdad estoy transmitiendo. A la hora de diseñar una conversación que para ti sea importante es preciso que tengas en cuenta aspectos que ya hemos tratado en esta sección de coaching: dónde y cuándo tendrá lugar tal encuentro, durante cuánto tiempo, qué vas a decir y qué vas a callar específicamente, con quién o con quiénes va a ser esa conversación y para qué vas a mantenerla. Hoy te pregunto por el cómo: ¿qué tono deseas adoptar? Si te fijas, eso lo decide el objetivo mismo de la conversación: la pregunta principal de esta batería sigue siendo para qué quieres establecer el diálogo, cuál es tu finalidad, qué deseas conseguir. Recuerda: es el tono, y no las palabras, lo que decidirá la emocionalidad de la conversación.