Tal y como sostiene la Programación Neurolingüística, entre seres vivos es imposible no comunicar. O lo que es lo mismo, hagas lo que hagas te estás comunicando con los demás. Incluso cuando le quitas la palabra a alguien le estás transmitiendo un mensaje muy claro: paradójicamente, se la quitas para que se entere de lo mal que te sientes con esa persona. ¿Eres consciente de que de forma permanente vivimos inmersos en un océano comunicativo, querámoslo o no?
Básicamente, hay dos clases de conversaciones: el diálogo interno y el diálogo interpersonal. De hecho, el coaching ontológico define a la persona como un ser que se comunica. Piénsalo por un instante: constantemente estás comunicándote, incluso cuando sueñas, dado que lo onírico no es más que lo que nuestro inconsciente nos transmite sobre los procesos que el cerebro desarrolla para gestionar las experiencias que tenemos cuando estamos despiertos. Piensa ahora en tu empresa, en tu familia o en tu grupo de amigos como gigantescas redes conversacionales: la calidad de esa empresa, de esa familia o de ese grupo de amigos será la calidad de esas conversaciones, entendiendo por calidad la eficacia de los mensajes que se comparten para alcanzar objetivos comunes, bien sea realizar una venta, resolver un conflicto o planificar un fin de semana.
¿Qué clase de comunicación te impulsa? ¿Cuál te frena? ¿Con quién te gustaría comunicarte de manera diferente? ¿Para qué? ¿Qué cambios es importante que introduzcas en tus conversaciones? ¿Sería bueno para ti y para quienes te rodean que modularas al alza o a la baja tu tiempo de conversación? ¿Cómo vas a hacerlo? Un proceso de coaching puede servirte para responder a esto.
Tal y como sostiene la Programación Neurolingüística, entre seres vivos es imposible no comunicar. O lo que es lo mismo, hagas lo que hagas te estás comunicando con los demás. Incluso cuando le quitas la palabra a alguien le estás transmitiendo un mensaje muy claro: paradójicamente, se la quitas para que se entere de lo mal que te sientes con esa persona. ¿Eres consciente de que de forma permanente vivimos inmersos en un océano comunicativo, querámoslo o no? Básicamente, hay dos clases de conversaciones: el diálogo interno y el diálogo interpersonal. De hecho, el coaching ontológico define a la persona como un ser que se comunica. Piénsalo por un instante: constantemente estás comunicándote, incluso cuando sueñas, dado que lo onírico no es más que lo que nuestro inconsciente nos transmite sobre los procesos que el cerebro desarrolla para gestionar las experiencias que tenemos cuando estamos despiertos. Piensa ahora en tu empresa, en tu familia o en tu grupo de amigos como gigantescas redes conversacionales: la calidad de esa empresa, de esa familia o de ese grupo de amigos será la calidad de esas conversaciones, entendiendo por calidad la eficacia de los mensajes que se comparten para alcanzar objetivos comunes, bien sea realizar una venta, resolver un conflicto o planificar un fin de semana. ¿Qué clase de comunicación te impulsa? ¿Cuál te frena? ¿Con quién te gustaría comunicarte de manera diferente? ¿Para qué? ¿Qué cambios es importante que introduzcas en tus conversaciones? ¿Sería bueno para ti y para quienes te rodean que modularas al alza o a la baja tu tiempo de conversación? ¿Cómo vas a hacerlo? Un proceso de coaching puede servirte para responder a esto.