El miedo es una emoción que preserva nuestra vida porque ante un peligro que la compromete nos impulsa a atacar o a huir. Es una estrategia genial cuando estamos ante un león que nos quiere devorar, pero se convierte en un inconveniente cuando a quien tenemos delante es a otra persona que nos está gritando porque está enfadada. Hoy te regalo cinco pasos para evitar lo que Daniel Goleman llama “secuestro emocional”:
1. Toma tú las riendas de la conversación siendo consciente de tu propia emoción y gestiónala preguntándote si prefieres tener razón o arreglarlo. Di interiormente “ahora voy a permanecer en modo diálogo” y evitarás así ceder el mando a la ira.
2. Observa a la otra persona como si fuera un niño con una rabieta. Es preciso ayudarla a “desinflar” el cabreo. Evita decir (gritando, claro) “¡no grites!”. Es preferible un “por favor, habla más despacio” en un tono lento y sereno.
3. Ponte en contacto con el cerebro racional de tu interlocutor, que en ese momento está secuestrado por la emoción. Hazlo con una herramienta mágica e infalible: las preguntas. Este es el truco: cuando las formulamos, necesariamente la persona enfadada ha de centrarse en responder, o sea, cambiará a “modo razonamiento”. Por ejemplo: ¿Qué necesitas?, ¿Qué me estás pidiendo específicamente?, ¿Cómo te puedo ayudar yo?, o algo por el estilo, y déjala responder. Vuelve a preguntar basándote en lo que hayas escuchado.
4. No juzgues, empatiza diciéndole “te comprendo” o “yo en tu lugar acaso también me enfadaría”.
5. Finalmente pregunta “¿qué me propones para resolverlo?”. Es probable que a estas alturas la tensión emocional ya haya disminuido y puedas negociar para solucionar el conflicto.
El miedo es una emoción que preserva nuestra vida porque ante un peligro que la compromete nos impulsa a atacar o a huir. Es una estrategia genial cuando estamos ante un león que nos quiere devorar, pero se convierte en un inconveniente cuando a quien tenemos delante es a otra persona que nos está gritando porque está enfadada. Hoy te regalo cinco pasos para evitar lo que Daniel Goleman llama “secuestro emocional”:1. Toma tú las riendas de la conversación siendo consciente de tu propia emoción y gestiónala preguntándote si prefieres tener razón o arreglarlo. Di interiormente “ahora voy a permanecer en modo diálogo” y evitarás así ceder el mando a la ira.2. Observa a la otra persona como si fuera un niño con una rabieta. Es preciso ayudarla a “desinflar” el cabreo. Evita decir (gritando, claro) “¡no grites!”. Es preferible un “por favor, habla más despacio” en un tono lento y sereno.3. Ponte en contacto con el cerebro racional de tu interlocutor, que en ese momento está secuestrado por la emoción. Hazlo con una herramienta mágica e infalible: las preguntas. Este es el truco: cuando las formulamos, necesariamente la persona enfadada ha de centrarse en responder, o sea, cambiará a “modo razonamiento”. Por ejemplo: ¿Qué necesitas?, ¿Qué me estás pidiendo específicamente?, ¿Cómo te puedo ayudar yo?, o algo por el estilo, y déjala responder. Vuelve a preguntar basándote en lo que hayas escuchado.4. No juzgues, empatiza diciéndole “te comprendo” o “yo en tu lugar acaso también me enfadaría”.5. Finalmente pregunta “¿qué me propones para resolverlo?”. Es probable que a estas alturas la tensión emocional ya haya disminuido y puedas negociar para solucionar el conflicto.