La semana pasada te explicaba en esta columna un procedimiento para diseñar las consecuciones que deseas alcanzar en 2015 usando la visualización, pero de nada te servirá que lo pongas en práctica sin perseverancia.
Los “propósitos de año nuevo”, en la mayor parte de los casos, no pasan de ser buenos deseos que nos cuesta transformar en hábitos. Los primeros días del año, por ejemplo, es fácil ver a personas que, en pos de mejorar su salud, se lanzan a la calle a hacer footing. Al cabo de un par de semanas, si acaso, ya son sólo unos pocos los que lo siguen haciendo.
La clave de la perseverancia está en focalizarse en los beneficios que deseamos obtener. Supongamos que quieres alimentarte de forma más saludable y decides que vas a renunciar a la comida basura. Te pones a ello y todo va bien durante cierto tiempo, pero llega el momento de la tentación y la perseverancia se ve amenazada. En ese momento te invito a que pienses en qué valor deseabas vivir más intensamente cuando tomaste la decisión, qué querías conseguir, cuál era el beneficio que perseguías. Después, plantéate qué es más importante para ti, si esa meta o el placer pasajero que te produce meterte una hamburguesa grasienta entre pecho y espalda.
Como coach he observado que las personas me comentan que por sí solas les ha sido difícil mantenerse constantes en sus propósitos. Un proceso de coaching, naturalmente, no es la panacea que todo lo soluciona, pero está demostrado que con el acompañamiento de un profesional el cliente refuerza en su mente las estrategias más adecuadas para no cejar en sus empeños. Mi sugerencia es que te regales un proceso de coaching en Año Nuevo y compruebes así su eficacia.
La semana pasada te explicaba en esta columna un procedimiento para diseñar las consecuciones que deseas alcanzar en 2015 usando la visualización, pero de nada te servirá que lo pongas en práctica sin perseverancia. Los “propósitos de año nuevo”, en la mayor parte de los casos, no pasan de ser buenos deseos que nos cuesta transformar en hábitos. Los primeros días del año, por ejemplo, es fácil ver a personas que, en pos de mejorar su salud, se lanzan a la calle a hacer footing. Al cabo de un par de semanas, si acaso, ya son sólo unos pocos los que lo siguen haciendo. La clave de la perseverancia está en focalizarse en los beneficios que deseamos obtener. Supongamos que quieres alimentarte de forma más saludable y decides que vas a renunciar a la comida basura. Te pones a ello y todo va bien durante cierto tiempo, pero llega el momento de la tentación y la perseverancia se ve amenazada. En ese momento te invito a que pienses en qué valor deseabas vivir más intensamente cuando tomaste la decisión, qué querías conseguir, cuál era el beneficio que perseguías. Después, plantéate qué es más importante para ti, si esa meta o el placer pasajero que te produce meterte una hamburguesa grasienta entre pecho y espalda. Como coach he observado que las personas me comentan que por sí solas les ha sido difícil mantenerse constantes en sus propósitos. Un proceso de coaching, naturalmente, no es la panacea que todo lo soluciona, pero está demostrado que con el acompañamiento de un profesional el cliente refuerza en su mente las estrategias más adecuadas para no cejar en sus empeños. Mi sugerencia es que te regales un proceso de coaching en Año Nuevo y compruebes así su eficacia.