En la Grecia antigua se pensaba que en nuestro cuerpo teníamos cuatro tipos de líquidos llamados ‘humores’ (sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema) que relacionaban respectivamente con los cuatro elementos (aire, fuego, tierra y agua). El equilibrio entre estos líquidos significaba que la persona mostraba un carácter agradable y enfocaba la vida con actitud positiva. Es decir, estaba ‘de buen humor’. El ‘mal humor’ lo relacionaban con un exceso de alguno de los mencionados componentes, especialmente los dos tipos de bilis.
Esta etimología es curiosa porque pone de manifiesto la relación evidente entre nuestro estado de ánimo y nuestra corporalidad. El mal humor, por regla general, produce ardor de estómago y una sensación desagradable de calor, y de ahí proviene nuestra expresión canaria ‘cogerse una calentura’. Por el contrario, algo inesperado o ante lo que permanecemos indolentes puede ‘dejarnos fríos’.
¿Y tú? ¿Estás hoy de buen o de mal humor? Toma conciencia de que al ser un estado de ánimo se trata de un estado que has elegido tener. Nadie ‘te pone’ de tal humor, eres tú quien escoges ese estado emocional dando poder a otra persona o cosa sobre ti, sobre cómo vas a sentirte, y eso lo haces diciéndote cosas en tu diálogo interno que te desempoderan.
¿Qué se te ocurre que te puedes decir que genere en ti un cambio de observador para experimentar el estado de ánimo que deseas y no el que quieren imponerte? Prueba con estas preguntas de desafío: ¿qué tiene de importante, decisiva o trascendente esa situación? ¿Qué efecto seguirá teniendo en ti dentro de un año, y de cinco, y de veinticinco? ¿Qué puedes decirte para modular a la baja ese nivel de tensión?
En la Grecia antigua se pensaba que en nuestro cuerpo teníamos cuatro tipos de líquidos llamados ‘humores’ (sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema) que relacionaban respectivamente con los cuatro elementos (aire, fuego, tierra y agua). El equilibrio entre estos líquidos significaba que la persona mostraba un carácter agradable y enfocaba la vida con actitud positiva. Es decir, estaba ‘de buen humor’. El ‘mal humor’ lo relacionaban con un exceso de alguno de los mencionados componentes, especialmente los dos tipos de bilis. Esta etimología es curiosa porque pone de manifiesto la relación evidente entre nuestro estado de ánimo y nuestra corporalidad. El mal humor, por regla general, produce ardor de estómago y una sensación desagradable de calor, y de ahí proviene nuestra expresión canaria ‘cogerse una calentura’. Por el contrario, algo inesperado o ante lo que permanecemos indolentes puede ‘dejarnos fríos’. ¿Y tú? ¿Estás hoy de buen o de mal humor? Toma conciencia de que al ser un estado de ánimo se trata de un estado que has elegido tener. Nadie ‘te pone’ de tal humor, eres tú quien escoges ese estado emocional dando poder a otra persona o cosa sobre ti, sobre cómo vas a sentirte, y eso lo haces diciéndote cosas en tu diálogo interno que te desempoderan.¿Qué se te ocurre que te puedes decir que genere en ti un cambio de observador para experimentar el estado de ánimo que deseas y no el que quieren imponerte? Prueba con estas preguntas de desafío: ¿qué tiene de importante, decisiva o trascendente esa situación? ¿Qué efecto seguirá teniendo en ti dentro de un año, y de cinco, y de veinticinco? ¿Qué puedes decirte para modular a la baja ese nivel de tensión?